Los efectos del conflicto entre Rusia y Ucrania
El conflicto armado entre Rusia y Ucrania amenaza con afectar a la disponibilidad de tripulantes en el transporte marítimo. Según la Cámara Marítima Internacional (ICS), el 10,5% de los 1,9 millones de marinos del mundo son rusos, mientras que el 4% son ucranianos. Cualquier obstáculo a su capacidad de viajar para trabajar y recibir una paga regular agravaría las interrupciones del sector. Además, las tarifas de transporte marítimo de contenedores están subiendo, una señal de que las tensiones de suministro siguen siendo un lastre para una economía mundial que ahora se prepara para una crisis energética y la agitación geopolítica vinculada a la invasión de Rusia en Ucrania. Tras el ataque ruso, las principales líneas navieras suspendieron recaladas. MSC informó que, por el momento, sus buques dejarán de recalar en los puertos ucranianos y que los itinerarios se declararán como finalizados en el último puerto anterior a Ucrania. Además, está revisando la mejor manera de gestionar la carga en tránsito hacia Ucrania que actualmente se encuentra en los puertos del Mar Negro y del Mediterráneo. Lo mismo sucede con CMA CGM. Tras el inicio de las hostilidades por parte de Rusia contra Ucrania, el Departamento de Transporte de los EE.UU indicó además que uno de los riesgos que pueden experimentar los buques comerciales que navegan por el Mar Negro y el Mar de Azov es la interferencia del GPS, la suplantación del AIS y otras interferencias en sus comunicaciones. El regulador europeo de aviación amplió una advertencia de seguridad provocada por el ataque ruso, aconsejando a las aerolíneas que «tengan precaución» cuando vuelen a través del espacio aéreo ruso controladas por los centros regionales de Moscú y Rostov. Por su parte el jefe de relaciones con los inversores de DSV, Flemming Ole Nielsen, atestiguó que «todo el tránsito aéreo se ha detenido y los pasos fronterizos también se han visto afectados y cerrados, así que en realidad todo está cerrado hoy«.
Por otro lado, en EE. UU, pese a su alta congestión, los puertos de Los Ángeles y Long Beach están avanzando en la eliminación de los atascos de contenedores y se apresuran a asegurar que el impulso continúe antes de la próxima temporada alta. El número de buques entrantes se ha reducido en aproximadamente un tercio desde que alcanzara un máximo de 109 a principios de enero, las pilas de contenedores de larga duración se están reduciendo y los casos de Ómicron entre los trabajadores portuarios están desapareciendo. Mientras que el número de portacontenedores que esperan atracar en el puerto de Charleston, en Carolina del Sur, ha pasado de 19 a 30, mostrando como la congestión de la cadena de suministro, se ha extendido a otros puertos de EE.UU. actualmente, unos 7.500 contenedores han esperado más de 15 días para ser transportados a diversos destinos en el interior, frente a los 1.000 contenedores que suelen esperar. Lo mismo sucede en el puerto de Houston donde al menos 19 buques estaban amarrados o anclados hasta el 23 de febrero, manteniendo los volúmenes récord del puerto desde el año pasado.
Los puertos europeos, supuestamente más eficientes para el comercio marítimo, no van mucho mejor que los puertos estadounidenses. De hecho, seis de los diez puertos europeos, incluidos Rotterdam, Hamburgo y Felixstowe, aparecen como muy congestionados en un mapa de calor elaborado por Flexport este mes, en el que figuran en color naranja. Las tormentas que azotaron el norte de Europa en estos días provocaron que las terminales de contenedores detuvieran sus operaciones durante largos períodos, más de 72 horas, lo que se sumó a los retrasos en los horarios de los buques de transporte marítimo. Las navieras como solución buscarán omitir algunas escalas en puertos del norte de Europa para recuperar parte del tiempo perdido y retransmitir la carga por tierra a través de alimentadores. Los retrasos provocados por las inclemencias del tiempo en el norte de Europa agregarán más presión a la cadena de suministro y retrasarán aún más la esperanza de «normalización» en la ruta comercial Asia-Europa del Norte. Por otra parte, Europa está siendo afectada de cerca por el conflicto bélico, ya que depende en gran medida del abastecimiento ucraniano de energía, cereales y minerales ferrosos. Más lejos de la frontera rusa, hay más terminales importantes que exportan commodities a buena parte del mundo y enormes cantidades de gas se conducen desde Rusia a través de Ucrania hasta la Unión Europea. Por ello, cualquier interrupción supone un riesgo de escasez en Europa, y con los precios de los commodities en máximos históricos, la guerra en Ucrania se sumará a las presiones inflacionistas en toda la economía mundial.
En conclusión, a los retrasos, congestiones portuarias y Covid-19 ya existentes se le suma ahora el estrés del conflicto bélico Rusia-Ucrania. En un mundo globalizado, este tipo de problemas impacta en todos los aspectos, políticos, económicos y en el comercio internacional también. Cuenten con nosotros para asesorarlos en este escenario desafiante.
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